
Alguna vez he pensado "¿Cómo es posible que pueda elevarse sobre semejante altura, moverse de semejante manera sin perder un atisbo de gracia?". Personalmente, a mi me sería imposible. En cambio, se de buena tinta que esta importancia por mirarnos la base del cuerpo y su envoltura, es mutua y recíproca entre sexos. A nosotros nos toca por lo que nos toca, en castellano: Nos puede poner más o menos y mirando la orientación de sus pies, sabremos además, si nos está haciendo caso cuando apunten a nosotros, o si bien está deseando largarse y huir despavorida cuando apuntan a la salida del local, a pesar de la posible sonrisa que puedan mostrar sus labios, en este caso, falsos y traicioneros como Judas Iscariote.

¿Y a ellas? ¿Qué es lo que ven en nuestro calzado? ¿Qué les va o que les deja de venir? En efecto el cuidado y la calidad de nuestro calzado masculino habla de nosotros mismos por sí solos, diciéndoles a ellas todo lo que necesitan saber acerca de cómo somos. Un calzado cuidado, limpio y elegante habla por si mismo de su dueño varón para bien. En cambio, un roto, una costura no arreglada, un arañazo o una suciedad en el calzado, implica que el dueño es desorganizado, despreocupado, vago y perezoso... Aunque tenga una "sonrisa profiden" y un ferrari en la puerta.
Los pies nunca mienten, están tan alejados de la cabeza, que la susodicha "doña inteligente" a menudo se olvida de su existencia, dejándoles decir la verdad sobre nosotros y lo que hacemos sin máscaras sociales. Una boca y unos ojos pueden llegar a mentir, por estar cerca y a la vista. En cambio, la orientación, cuidado de los pies y el calzado son el reflejo de nosotros mismos.
Un fuerte abrazo.
Arcángel.
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